Cuando hablamos de nuevos modelos de familia y hacemos referencia a las familias monoparentales, sinceramente, me sorprende, pues es un modelo familiar que ha existido a lo largo de toda la historia.
Hasta hace relativamente poco el único modelo de familia socialmente bien visto era el “tradicional”, compuesto por un padre (cabeza de familia), una madre (dispuesta a sacrificar su carrera y su vida pues el sacrificio por su prole es exigencia para cualquier madre que se precie, no así para el padre) y los hijos e hijas que componían una foto fija de familia perfecta digna de aparecer en una película.
Pero esto es algo que dista bastante de la realidad y en los últimos tiempos se habla permanentemente de esos nuevos modelos de familia que siempre han existido, pero de los que nunca se ha hablado.
España es un país peculiar en cuanto a su historia moderna y tiene unas características determinadas heredadas de los valores que impregnaron la educación de generaciones actuales de nuestra sociedad. Nuestros padres, madres, abuelos, abuelas y muchos de nosotros y nosotras hemos vivido esos valores que se nos enseñaron como buenos e incluso como únicos. La institución del matrimonio estaba muy valorada, del resto (o sea, familias monoparentales, salvo aquellas que lo eran por viudedad) no se hablaba, aunque si se juzgaba. Esto continúa siendo importante en el subconsciente colectivo e influyendo en las formas de la organización de nuestra sociedad. Además de fomentar la idea del matrimonio bien avenido como situación ideal hay en nuestro país muchísimas mujeres que trabajan a tiempo completo (aunque ni cobran ni cotizan por ello) en sus casas ejerciendo de lo que denominamos “amas de casa”, si se les puede considerar amas de algo. Además, otra característica predominante de nuestra sociedad son las fuertes relaciones intergeneracionales que hacen que los cuidados familiares se asuman por la familia (normalmente la mujer), permitiendo que los distintos Gobiernos hayan mirado hacia otro lado y hayan focalizado su atención en proveer a quien lo necesita de los recursos necesarios para el desarrollo de su vida en igualdad de condiciones que el resto de la población. Convirtiendo a las familias en garantes del Estado del Bienestar, que como Estado debería garantizar.
Dentro de estos “nuevos” modelos de familia están las nuestras, las monoparentales, cuya diferencia fundamental con el resto es la dependencia que tiene el núcleo familiar de una sola persona, que en más de un 80% de los casos es una mujer, lo que complica doblemente la situación pues unimos que sólo una persona sea responsable de absolutamente todo (cuidados, economía, conciliación, hijos, hijas…) a que siendo mujer existen discriminaciones notables por razón de género haciendo que estas mujeres que sufren brecha salarial, techo de cristal en sus carreras, problemas de conciliación… sean responsables únicas de sus familias y tengan que afrontar en solitario la posibilidad o no de tener una vida digna, lo que se dificulta, enormemente, por la situación de desigualdad de partida.
Desde hace décadas, desde nuestra Fundación hemos reclamado una legislación propia de Familias Monoparentales que garanticen los derechos de, nada más ni nada menos, 1.944.880 hogares, el 10,37% del total.
Las familias monoparentales rompen con el modelo tradicional de familia en el que se basa el Estado del Bienestar español, un modelo que cada vez está más desfasado y que además condena a las mujeres en su papel de cuidadoras a un trabajo agotador y no considerado productivo porque no se paga. Pero las familias monoparentales están ahí y, por fin, se habla de nosotras, aunque en la mayoría de los casos es para asociarnos con el estigma de la pobreza y de la exclusión social con el que no estamos de acuerdo. Nuestras familias son de todo tipo y tienen los mismos problemas que el resto y, como ya hemos dicho, una única diferencia una sola persona adulta responsable al frente, y es por ello que siempre exigimos que la Ley nos garantice poder desarrollar nuestro proyecto vital en igualdad de condiciones.
No somos más, pero tampoco somos menos. ¿Nuevos modelos de familia?, más bien un reconocimiento a las familias que han existido siempre.
Sin juicios y sin prejuicios estamos aquí.